Real Engineers

Wayne Hale es un ingeniero de la NASA con más de treinta años de servicio en la Agencia Norteamericana, en los que ha ocupado cargos de distinta responsabilidad. Es uno de los bloggers "oficiales" de la Agencia, al que se puede seguir en este enlace.

Hace un tiempo escribió en su blog una entrada titulada "real engineers", que he recordado recientemente cuando en un foro se discutía acerca de las cualidades que debe tener un ingeniero hoy en día.



Desde su particular visión, Wayne describe en su artículo las tres cualidades básicas que deben adornar a un ingeniero "real" o, como diríamos en castellano, un ingeniero "de verdad" o un "buen ingeniero".

En primer lugar, el buen ingeniero debe tener un conocimiento profundo y detallado de la materia en la que trabaja. Nada de vaguedades, rodeos, o circunloquios. Al buen ingeniero se le entiende claramente cuando habla, y maneja los conocimientos técnicos con soltura y destreza.

En segundo lugar, el buen ingeniero ha de crear y hacer funcionar cosas partiendo de un concepto inicial básico. En palabras textuales de Wayne, "si no vuela, no se mueve, no calcula, no genera energía, o no hace algo concreto", entonces lo creado no sirve. Para que sirva, ha de tener una aplicación real, y además ha de funcionar correctamente.

Y en tercer lugar, Wayne cree que un buen ingeniero debe ser una persona serena. Sus armas deben ser la brevedad, y la capacidad de resumir de forma clara y precisa cualquier aspecto técnico, de manera que no admita discusión alguna.

Se puede estar más o menos de acuerdo con la opinión de Wayne, pero lo que sí es cierto es que todos nos hemos cruzado alguna vez en nuestra vida profesional con alguien que reune estas tres cualidades. Tipos de una nobleza tan sólo comparable a su constancia, tenacidad, y agudeza mental. Suelen encontrar soluciones geniales (incluso en las condiciones más adversas) con una facilidad pasmosa. Y no se quedan ahí. Esbozan, y si es necesario fabrican y montan con sus propias manos la solución sin que fajarse con los detalles de la realidad les suponga un inconveniente.

En estos casos, a los que no nos acompaña ese don sólo nos queda aprender, aprender, y aprender.